
Oh Maria Nuestra Madre Amabilísima, siempre habéis sido el Auxilio de los Cristianos.
Ayúdanos por vuestra poderosísima protección en esta vida y particularmente en la hora de nuestra muerte a fin de que, después de haberos amado y venerado en la tierra, podamos proclamar vuestra misericordia en el cielo.
Amén.
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